A tan solo un día del inicio del esperado racionamiento de agua en la capital colombiana, el alcalde Carlos Fernando Galán realizó un dramático sobrevuelo en el corazón del Sistema Chingaza, uno de los tres sistemas fundamentales que abastecen a Bogotá y sus alrededores. Desde lo alto, la vista pintaba un panorama desolador: los embalses Chuza y San Rafael, componentes vitales del sistema, mostraban un descenso preocupante en sus niveles de agua.
Según las cifras alarmantes compartidas por el mandatario, el embalse Chuza ha disminuido en 200 mil metros cúbicos en solo un día, alcanzando un nivel crítico de 35.91 millones de metros cúbicos. Mientras tanto, San Rafael no se quedaba atrás, con una reducción de 20 mil metros cúbicos, llegando a 12.38 millones de metros cúbicos. Estas cifras encienden las alarmas, ya que el Sistema Chingaza es responsable de suministrar aproximadamente el 70% del agua potable a Bogotá y sus municipios cercanos.
La situación se agrava al conocer que el consumo diario de Bogotá alcanzó los 17.78 metros cúbicos por segundo, aunque hubo una leve reducción respecto al día anterior. Sin embargo, la meta del Distrito es llegar a un consumo diario de 15 metros cúbicos por segundo para garantizar un uso sostenible del recurso.
Con el volumen de almacenamiento actual apenas alcanzando el 16.78%, según el reporte de la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá, la urgencia de tomar medidas efectivas se hace evidente. La meta para fin de mes es alcanzar el 20.13% de la capacidad total del sistema, es decir, 57.96 millones de metros cúbicos, una tarea titánica en medio de la sequía y la creciente demanda. Ante esta situación crítica, se hace imperativo que tanto autoridades como ciudadanos intensifiquen sus esfuerzos en el ahorro y la eficiencia del uso del agua, antes de que la crisis alcance proporciones aún más preocupantes.
